Una ruta turística en moto por la provincia de Guadalajara. Organízala a tu aire.
Hiendelaencina

Hiendelaencina


Descripción

Hiendelaencina es hoy uno de los reclamos gastronómicos más apreciados de toda la Sierra Norte de Guadalajara. Sus asados, torreznos y originales patatas bravas, hacen, junto a otros atractivos, que numerosos viajeros elijan este destino cuando se trata de visitar Guadalajara.

En Hiendelaencina, que anualmente celebra en Semana Santa una popular y multitudinaria Pasión Viviente, hubo en tiempos una próspero explotación minera de extracción de plata. A comienzo del siglo XX, la localidad contaba con más de 11000 habitantes y una fluida vida comercial. Cuando las minas dejaron de ser rentables, el pueblo se fue despoblando. Su aspecto está horadado por las oquedades tras las que se esconden las minas: La Suerte, La Fuerza, La Salvadora, La Constante, La Verdad de los Artistas... forman parte de los 200 pozos que ocultaban, la que entonces se decía, mejor plata del mundo. El paseo entre las minas constituye una pequeña ruta: de la Primera del periplo, la Mina de Santa Teresa, quedan los muros, los lavaderos, los hornos y la boca del pozo. Un precioso conjunto de apriscos de pizarra nos conduce en la ladera opuesta a las minas La fuerza y La Malanoche, la primera conserva su nave circular, la mampostería de pizarra y arcos de ladrillo. El recorrido continúa por los pozos de las minas La Malhuele y la Salvadora cercanas al pueblo.

En la actualidad, tanto la gastronomía como las visitas a las antiguas minas y al museo, así como el siempre seguro reclamo de su iglesia, hacen que sea obligada la parada en este puntal de la sierra, una de las cabeceras del Parque Natural de la Sierra Norte. Además te recomendamos acudir en Semana Santa a la Pasión Viviente de Hiendelaencina, con más de tres mil visitantes cada año.

 

 

 

Galería de imágenes




Fuera de ruta

Si eres amante de la naturaleza, será un acierto visitar la Reserva Fluvial del Río Pelagallinas. Desde Hiendelaencina a 20 minutos en moto por la carretera GU-137 accederás a Prádena de Atienza, término donde se encuentra esta Reserva Fluvial. En las turberas de este río, de aguas muy frías, crecen plantas carnívoras: las drosseras. Tranquilo, que únicamente son mortales para los insectos. 

Las aguas del río cuentan con una de las pocas poblaciones de trucha genéticamente pura. Sus espectaculares turberas de origen glacial cuentan con plantas únicas, verdaderas rarezas de la región. Sus prados, cerrados por paredes típicas de la arquitectura negra, y el paisaje serrano de sus alrededores son magníficos paisajes donde pasear, disfrutar y hasta perderse. En otoño sus prados se llenan de los deliciosos boletus. Se puede realizar la llamada Ruta de la Cueva del Oso, camino señalizado que transcurre por sus márgenes. Hay autores que aseguran que el Cid bajó por el valle de este río en su destierro, donde quedan los restos de una casa llamada "la Casa del Moro", frente a la Cueva del Oso.

El curioso nombre del río proviene del latín "pera galena" o "pela galena" (piedra blanca), en referencia a la piedra blanca que se da en la sierra del Alto Rey y que la diferencia de la pizarra negra de la zona del Ocejón. Ello es una característica que singulariza perfectamente este río de los muchos otros existentes en una zona toda de pizarra. Con el devenir de los años, el nombre fue cambiando al actual Pelagallinas.

Te recomendamos llevar cámara de fotos para inmortalizar sus paisajes y llevarte un recuerdo inolvidable.